Luego, tras el gol de Godín, llegó un rato tonto -un rato bastante largo- pero apareció de nuevo Griezmann para dar tranquilidad y dejar un puñado de buenas sensaciones en un equipo, el rojiblanco, que ha puesto clavos en su portería. Ayer lo hizo el Granada, que en el último cuarto de hora de la primera parte y en los primeros 30 minutos de la segunda insinuó una igualada que terminó negando Griezmann. El cuadro de octavos de final se completa con los enfrentamientos Dinamo Kiev-Manchester City, Gante-Wolfsburgo y Benfica-Zenit, este último, el más igualado de los tres, ya que los rusos lo han bordado en su grupo, donde sólo han perdido un partido, y los portugueses han luchado por el primer puesto con el Atlético de Madrid hasta el último episodio de la fase de grupos. Lo hizo, por cierto, en una pared maravillosa con Óliver Torres, al que Simeone había puesto en el campo para eso, para tener el balón y encontrar el último pase. Lo que tenemos que hacer es demostrar hambre en todos los partidos», había señalado el holandés en Barça TV antes de comparecer en la sala de prensa. Es más, probablemente si al Atlético le dieran la opción de ganar todos los partidos 1-0 o 0-1 no tendría nada que pensar.
El Real Madrid se medirá a la Roma -ida 17 de febrero y vuelta 8 de marzo-, el equipo con peores números de todos los clasificados; al Barcelona le tocará viajar a Londres para medirse al Arsenal, el líder de la Premier -ida 23 de febrero y vuelta 16 de marzo-; y al Atlético le ha correspondido el PSV holandés, uno de los chollos del bombo 2 junto al Gante -ida 24 de febrero y vuelta 15 de marzo. Por ahí encuentra el grupo de Simeone sensaciones parecidas a las de la vistosidad, aunque ese no sea ni un anhelo ni un objetivo para el equipo. De nuevo la firma alemana se trabaja algo diferenciador, aunque no sea una idea excesivamente original. En la decimocuarta le aguarda el Atlético, aunque ya no sea en la ciudad donde Pessoa escribió que la muerte es sólo un punto de partida. De hecho, sólo emerge cierto gusto estético cuando Griezmann y Koke, también Óliver, logran meterse entre las líneas del rival y pueden jugar al primer toque.
El duelo más lujoso del primer cruce camino de la final de Milán. No es tan rápido como Kokorin, ni remata de cabeza como Dzyuba, pero es mucho más completo que ambos y sale beneficiado de las comparaciones con Pavlyuchenko o Pogrebnyak, que tras la Eurocopa 2008 jugaron en Tottenham y Sttutgart. El Barcelona tan solo ha podido vencer en una de sus cuatro salidas en la presente temporada en LaLiga. O quizá por medio de Messi, tan desdibujado ya entonces como todo su colectivo, doblegado y herido por el ‘nuevo’ Atlético. 20:08 horas. Lista de convocados del Atlético de Madrid para el partido de mañana sábado ante el Valencia. Las últimas horas han sido cruciales para Ivan Rakitic. La dura sanción que le ha impuesto la FIFA ha sido un golpe para el charrúa mientras está negociando su salida del Liverpool rumbo, probablemente, a la Liga española. El Atlético parece haber encontrado de nuevo una senda a la que se aferró siempre el año que ganó la Liga y que últimamente parecía haberle abandonado.
Un viejo conocido de la Liga como Phillip Cocu dirige al campeón tulipán donde destacan otros ex de la Liga como los mexicanos Héctor Moreno y Andrés Guardado o el goleador Luuk de Jong son dos de sus caras más conocidas. El mencionado guion perfecto continuó tras el descanso cuando, de nuevo dos minutos después de salir al campo, el árbitro (o bueno, más bien su auxiliar de línea de fondo) vio penalti por derribo de Meunier a Neymar. Allí ajustarán cuentas José Mourinho y Laurent Blanc, en la repetición del duelo de octavos del pasado curso, donde los parisinos lograron el pase a cuartos en la prórroga tras jugar más de 90 minutos en inferioridad por la expulsión de Ibrahimovic. Cruyff enseñó al Barça a dejar de quejarse, a renunciar a la épica del derrotado para construir otra más dulce aún: la del ganador. Anoche, en el día de su clásico, cuando hasta Florentino se tiró todo el minuto 14 aplaudiendo en pie la memoria del genio ido -una de esas liturgias bobas que preceptúan los clérigos de la religión deportiva-, el espíritu de Cruyff susurró al Barça su última lección: malo es ir de víctima de tanto perder, pero peor es ir de verdugo y perder igual.
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